ISBN: 978-84-123223-9-2
128x182mm. 78 págs. 15€
Tras deslumbrar con las poéticas prosas de Caballos perdidos en la tormenta (2020), Emilio Calvo de Mora se adentro en el género más breve con la maestría estilística de quien sabe que, para que se le entienda más, debe decir lo menos posible: de este modo, sus aforismos, perfectamente cincelados con mano experta, consiguen abarcar un enorme abanico de temas, acerca de los cuales el autor se pronuncia con la contención que se espera y la expresividad que se desea. De este modo, Catedral en construcción se revela como un imponente edificio abierto a la verdad, con sólidos muros pero sin techo a la vista.
La virtud extrema mira de reojo al puro vicio.
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Querer ir siempre más allá sin deseo alguno de querer ir más adentro.
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El peligro de creer mucho en uno mismo es que se acaba por perder la posibilidad de creer un poco en nadie más.
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Perder el norte es, a veces, ganar todos los demás puntos cardinales.
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No conozco a nadie que lleve la vida que desea. Se anhela la del otro con la misma vehemencia con la que los demás desean insosteniblemente la nuestra.
“Me hallo firmemente convencido de que nací el primer día de abril de 1966 en Córdoba y que fui bautizado conforme al rito de la iglesia católica, la única entonces posible (ahora pululan otras, hay más oferta salvadora), ante el alborozo de familiares, amigos de la familia y algún que otro feligrés accidentalmente testigo de ese protocolario y festivo acto. Siendo poco o nada crédulo en tantas cosas, lo soy con fiereza en esta: debí nacer como dicen que lo hice y debí crecer como los míos cuentan que crecí. Creo en ellos, creo en la veracidad de sus comentarios. No obstante, algo tengo muy claro: soy sentimental por naturaleza. Incrédulo y sentimental”.