ISBN: 978-84-123136-2-8.
17x12cm. 80 págs. 15€
Colección Gnomon.
Coedición con Thémata
Distribuye: Distriforma
"A estas alturas, Manuel Neila es una de las máximas autoridades sobre el aforismo en el ámbito hispánico. Ha dedicado al género varias antologías, una ingente labor editorial en la preciosa colección A la mínima y una entrega constante, sin prisa pero sin pausa, de sus propios libros. En ellos, ha reservado el himno para la poesía, reunida en el magnífico El camino original (Renacimiento, 2014). Sus diarios y anotaciones de viaje, como las que se reúnen en un Clima de riesgo (Renacimiento, 2015), siempre intenso y punzante, prefieren remontar más bien el camino de la crítica, mientras que sus aforismos insisten en la mordacidad, el análisis y, sobre todo, la constatación de una perplejidad sincera: la de alguien que, como Hannah Arendt, busca antes que na-da comprender. Su Palabras en curso ofrece una nueva edición de sus pensamientos que elude el término “aforismo” por medio de la paronomasia: si antes se trataba de “discordancias”, esta vez nos propone un puñado de “sintiencias y pareceres”, como reza el subtítulo de este libro, en los que el autor tiende una mano a quien quiera pensar en serio sin renunciar a la expresión feliz.
En ellos, mediante unos pocos “metaforismos” que reflexionan sobre el oficio y el género, ha dejado testimonio de los criterios que guían su pluma. Uno es el propósito unamuniano de “sentir el pensamiento” y “pensar el sentimiento”, pero esta vez en una poesía liberada de las restricciones del metro, e incluso del discurso, como es la del aforismo. Otro es la exigencia de concisión, dado que a juicio de Neila el aforismo constituye el modo más natural y más directo de expresar el pensamiento y supone “todo lo contrario de andarse por las ramas”. Un tercero es el imperativo de la perspicuitas clásica. “Cuando tropiezo con un escritor oscuro”, decía en El juego del hombre, “no puedo menos de pensar en el viejo precepto horaciano: scribendi sapere est principium et fons”. Por fin, un último criterio advierte que “el aforismo limita al norte con el proverbio grave y al sur con la coña marinera”. Ni lo sentencioso y marmóreo ni lo puramente lúdico y banal: una respuesta personal desde el lenguaje, con un hallazgo verbal de partida, pero siempre con el atisbo de un sentido moral al fondo, ése sería el terreno que habita Neila las más de las veces" (Gabriel Insausti, del prólogo)
A través de la poesía, la materia conoce lo que siente; a través de la filosofía, lo que piensa; y a través del aforismo, lo que siente pensando.
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Ni fetichista ni iconoclasta: dialógico. Es decir: propicio al diálogo o a la plática.
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Los sueños realizados no resisten la prueba del tiempo.
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Nunca antes se había ido tan deprisa a ninguna parte.
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Contra el cinismo no hay razón que valga, salvo la razón irónica.