148x210mm. 90pp. 12€
Distribuye: Distriforma
Los aforismos de Manuel Feria surgen en cualquier momento, espontáneamente, como si brotaran de la realidad misma para arribar a su mente con prístina nitidez. “Yo simplemente soy un recogedor de aforismos” –afirma, con evidente modestia–. Yo recibo el aforismo limpio, bañado, con colonia, prácticamente no tengo que tocar una coma. Un milagro”. Por eso, para él sería tedioso sentarse a escribirlos intencionadamente, y perderían su frescor, su vigor. Como a Antonio Porchia, el aforista ítaloargentino al que tanto admira, no le gusta a nuestro autor decir que “hace” aforismos, tan solo suceden. Con frecuencia, nos revela, le abordan súbitamente en ese duermevela antesala del sueño, tras lo cual se incorpora para anotarlos, si es que Morfeo no le ha arrastrado ya por completo y se pierde el lúcido destello irremediablemente. Otras veces sus aforismos surgen durante la lectura de un libro, o en su cotidiano transcurrir por su querida tierra canaria, su centro, su mundo, fiel a sí mismo, aunque no ensimismado, porque para él los otros son imprescindibles. “Todos los caminos conducen al hombre”, reza uno de sus aforismos, bella reedición de aquel célebre proverbio de Terencio que le encanta a Feria: “Hombre soy y nada de lo humano me es ajeno”.
Javier Recas