Roger
Swanzy pertenece a esa estirpe de aforistas que todo lo anotan, aforistas de cuaderno en mano, de
cuyos cientos de apuntes surgen por
destilación gotas de su lúcida mirada. Cuando empezó, allá por 1982, anotaba en ellos
las frases más sugerentes de sus muchas
lecturas, para, poco a poco, casi
imperceptiblemente, ir abriéndose paso su propia voz. Sus aforismos habían ido apareciendo en
diversas antologías del género hasta que
en 2018 publicó La gota infinita del deseo (Amargord), obra en la que desplegó sus
reflexiones breves en torno a un tema
central en su obra: el amor, el deseo y la belleza a ellos unida. Más
recientemente, junto a Mª Teresa Espasa
ha publicado La caída de la luz (Araña Editorial, 2022), una obra a cuatro manos mixtura de poesía y
aforismo.
Se publica ahora su nueva entrega en edición bilingüe: Los espejos de lo ideal. Sus reflexiones tratan sobre el anhelo humano, visto como esa urgencia de un ideal al que no se llega pero que está constantemente presente. No abandona con ello el foco del amor y el deseo pues al fin y al cabo ambos no son más que formas de anhelo. Los anhelos son a veces serenos, cuando indagan en la naturaleza escondida de los reflejos visibles, una vía de acceso a lo más íntimo de la realidad. Anhelos metafísicos, al fin y al cabo: “El anhelo es la mano invisible que nos permite acariciar lo más íntimo de la realidad”. Pero otras veces son anhelos encrespados, pasionales: “¿Que es la pasión sino el anhelo de lo infinito?”, un deseo que nos transforma y trastoca, una pulsión de completitud: “La intensidad del deseo es el anhelo de su continuación”.